domingo, 11 de septiembre de 2011

No cabe duda, que hay cosas que uno sólo  valora en su momento justo. Les contaré que mi madre, con un gran esfuerzo, y al ver mi amor por diferentes manualidades, y ya en aquel entonces me gustaba el patchwork, me regaló una máquina de coser - hace ya algunos buenos añitos-. En su día,  yo necesitaba un ordenador, pero no lo pedí porque pensé que era muy caro, y mi madre sin saberlo, fué pagando poco a poco una máquina de coser que me regaló con gran ilusión. Es una pfaff, acolchadora. Quien me iba a decir a mi, que después de al menos unos catorce años la iba a valorar tanto. Pues ahora está en el técnico, porque de no usarla se estropeó. Tengo mucha ilusión porque regrese a casa.